Episcopológio de la Arquidiócesis de Ibagué
Por: Miguel Castro Sarmiento
En la teología Cristiana Católica se concibe la doctrina de la Sucesión Apostólica como la herencia espiritual que posee la Iglesia venida desde los apóstoles, quienes a su vez son sucesores de Jesucristo. Esta sucesión apostólica incluye la legitimidad del sacramento del orden en sus pastores, particularmente, en el grado del orden episcopal. Una vez un sacerdote es ordenado obispo legítimamente, por otro obispo católico avalado por el Romano Pontífice, pasa a ocupar una sede episcopal como Arzobispo, Obispo Titular, Obispo Auxiliar u Obispo Coadjutor y, por ende, se suma a un listado de prelados que han encabezado la dirección de una jurisdicción eclesiástica en particular, en otras palabras, se le denomina a esa sucesión de cada diócesis: Episcopologio.
De esta manera encontramos una sucesión apostólica en la Arquidiócesis de Ibagué, por cierto, muy enriquecida en la figura episcopal de tantos prelados que han trasegado por el territorio tolimense dejando huellas indelebles en la historia y desarrollo de la región. Su entrega pastoral, espiritual, social y eclesial los ha caracterizado de forma especial a cada uno de ellos.
Nos remontamos al año de 1900 en donde recién creada la Diócesis de Ibagué, gracias a la bondad de S. S León XIII se designa al Excelentísimo monseñor Esteba Rojas Tovar, Obispo de Garzón, como Administrador Apostólico de Ibagué, ejerciendo su encomendada tarea desde el 20 de mayo de 1900 al 25 de agosto de 1903. A partir de allí encontramos los nombres de:
Monseñor Ismael Perdomo Borrero: Fue nombrado Obispo titular de Ibagué siendo sacerdote de la Diócesis de Garzón el 8 de junio de 1903. Tomó posesión de la Diócesis el 26 de agosto de 1903 en la parroquia de Honda y permaneció como obispo residencial hasta el 9 de abril de 1924, cuando fue trasladado a la Sede de Bogotá como Arzobispo Coadjutor con derecho a sucesión. Falleció en Bogotá en 1950.
Monseñor Pedro María Rodríguez Andrade: Natural del Huila, condiscípulo de monseñor Perdomo. Fue nombrado segundo obispo de Ibagué el 10 de abril de 1924. Ordenado obispo en la Catedral de Bogotá; tomo posesión de la diócesis el 4 de octubre del mismo año y dimitió como obispo titular el 2 de diciembre de 1950. Residió en Ibagué, en la calle octava con carrera segunda en el silencio de un pastor ya fatigado y con la satisfacción del deber cumplido, hasta ser llamado a la Casa del Padre en 1967.
Monseñor Arturo Duque Villegas: Varón distinguido y apreciado por la ciudadanía. Ocupo tres cargos en su permanencia en Ibagué. Era oriundo de Antioquia. Fue nombrado Obispo Auxiliar de Monseñor Rodríguez el 7 de agosto de 1949 hasta el 27 de noviembre de 1950 cuando el papa Pio XII lo nombró Administrador Apostólico de Ibagué, cargo que comenzó a asumir a partir del 3 de diciembre de 1950 hasta la fecha del 16 de marzo de 1957; en esta última fecha fue nombrado Obispo titular de Ibagué tomando posesión de su sede el 17 de marzo de 1957 y desempeñando su tarea hasta el 7 de julio de 1959 cuando el papa Juan XXIII lo traslado a la sede de Manizales como Arzobispo. Falleció en Medellín en 1977.
Sede Vacante: 8 de julio al 1 de noviembre de 1959. Periodo en el cual el Colegio de consultores nombró a Mons. Luis Felipe Jáuregui como Administrador Diocesano.
Monseñor Rubén Isaza Restrepo: Caldense de nacimiento. Ocupó la sede de Ibagué por un periodo breve pero muy provechoso. Siendo Obispo de Montería fue nombrado Obispo de Ibagué el 2 de noviembre de 1959 y tomó posesión de la diócesis el 16 de febrero de 1960 y fue trasladado como Arzobispo Coadjutor de Bogotá con derecho a sucesión el 3 de enero de 1964. Falleció en Manizales en 1986 siendo Arzobispo emérito de Cartagena.
Sede Vacante: 4 de enero al 16 de marzo de 1964. Periodo en el cual el Colegio de consultores nombró a Mons. Luis Felipe Jáuregui como Administrador Diocesano.
Monseñor José Joaquín Flórez Hernández: Oriundo de Santander. Obispo ejemplar y apreciado fielmente por el clero y la sociedad de Ibagué. Siendo Obispo de Duitama Sogamoso fue nombrado Obispo de Ibagué el 17 de marzo de 1964. Tomo posesión de la diócesis el 14 de julio de 1964 y ejerció como obispo titular hasta el 13 de diciembre de 1974. El 14 de diciembre el papa Pablo VI elevo a Ibagué a la dignidad de Arquidiócesis, y entre tanto, lo nombró Arzobispo de Ibagué tomando posesión el 20 de mayo de 1975. Dimitió a su sede el 19 de mayo de 1993. Residió en Ibagué donde falleció en 1996.
Monseñor Fabián Marulanda López: Fue Obispo Auxiliar de Ibagué entre el 15 de julio de 1986 al 21 de noviembre de 1989. Fue nombrado Obispo de Florencia.
Monseñor Juan Francisco Sarasti Jaramillo: Oriundo de Cali. Estando como Obispo de Barrancabermeja fue nombrado Arzobispo de Ibagué el 25 de marzo de 1993 y tomó posesión el 20 de mayo siguiente. Fue trasladado como Arzobispo de Cali el 17 de agosto de 2002.
Sede Vacante: 18 de agosto de 2002 hasta el 9 de enero de 2003. Periodo en el cual el Colegio de consultores nombró a Mons. Alejandro Giraldo Lizarralde como Administrador Diocesano.
Monseñor Flavio Calle Zapata: Estando en Sonsón como Obispo titular fue nombrado Arzobispo de Ibagué el 10 de enero de 2003. Tomó posesión de la arquidiócesis el 19 de marzo del mismo año y permaneció en el cargo hasta el 19 de marzo de 2019 cuando dimitió, quedando como Arzobispo emérito de Ibagué.
Monseñor Miguel Fernando Gonzales Mariño: Fue Obispo Auxiliar de Ibagué entre el 11 de febrero de 2016 al 19 de marzo de 2019. Administrador Apostólico de Ibagué entre el 20 de marzo de 2019 al 28 de mayo de 2020.
Monseñor Orlando Roa Barbosa: Fue obispo Auxiliar de Ibagué entre el 28 de julio de 2012 al 29 de mayo de 2015. Nombrado Obispo de El Espinal y trasladado el 29 de mayo de 2020 a la sede de Ibagué como Arzobispo. Tomó posesión el 18 de julio de 2020.
La Iglesia Católica, gran promotora de educación en el Tolima
Por: Miguel Castro Sarmiento y Jhon Mario Fajardo
La educación en el departamento del Tolima ha estado enmarcada por la presencia activa de la Iglesia católica en la promoción de valores, formación integral y cualitativa a todos sus habitantes y lo mas importante su preponderante papel en la fundación de instituciones de educación básica, media y superior a lo largo de la historia.
En Ibagué hace presencia desde hace ciento quince años una peculiar comunidad religiosa fundada en Italia en 1859 por el sacerdote Juan Bosco con el interés de fomentar la educación cristiana preventiva en la niñez y la juventud, particularmente nacida de su “oratorio” en Turín; bajo el ejemplo de la vida de Francisco de Sales, famoso santo del siglo XVI quien inspiró a Don Bosco para la fundación de su sociedad, la cual recibió el nombre de “Pía Sociedad Salesiana”.
Según los archivos de la curia de Ibagué desde la llegada de dicha comunidad a la ciudad se ubicó un lugar específico para su asentamiento el cual ha permanecido pese a los cambios urbanísticos y sociales de la capital del Tolima. Dicho lugar se ha convertido en un emblemático edificio hasta el punto de otorgarle en el año 1998 el título de Área de Interés Arquitectónico e Histórico por ordenanza del Concejo municipal y que también es centro de ubicación para transeúntes y visitantes incluso sin conocer su transcurso a lo largo del tiempo.
Es todo un fenómeno identificar como muchos ibaguereños han perdido el interés por conocer el nacimiento de emblemáticos lugares de la capital del Tolima, templos de la educación y palacios de la talla integral humana en las manos de profesionales y especialistas en los diferentes campos de la ciencia.
Entre ellos llama la atención en la transitada carrera quinta a la altura de la calle 19 el monumental edificio del antiguo colegio salesiano “San José” hoy ocupado por la Corporación universitaria Minuto De Dios, contigua a la imponente parroquia de Nuestra Señora del Carmen, cuna de la pía sociedad salesiana en el Tolima.
Los documentos más antiguos que referencian la aparición de este edificio son los archivos que reposan en la casa de la comunidad salesiana, quienes cuentan entre sus delgadas líneas la llegada de la sociedad a Ibagué gracias al deseo de el Excelentísimo Monseñor Ismael Perdomo Borrero, obispo de Ibagué entre 1903 y 1923.
Según el testimonio de Monseñor Marcos Lombo Bonilla, vicario general de Ibagué y escritor sagrado por excelencia, los padres salesianos se asentaron en el territorio de Ibagué el 11 de marzo 1904 con la llegada del padre Antonio Aime, superior de los salesianos en Colombia y el padre Jerónimo Cera Palma; fueron recibidos con exquisita benevolencia por el obispo de la diócesis y solo hasta el 8 de junio del mismo año la casa salesiana se fundó definitivamente en el lugar que hoy ocupa en la carrera quinta con calle 19, en aquella época llamado el camellón Santander.
Según el plan urbanístico de Ibagué hacia principio del siglo XX se puede identificar que la ciudad solo se extendía hasta la calle 22 y es por ello que el padre Cera a la altura de la calle 19 al no encontrar otro lugar para su hospedaje adquiere en propiedad tres casas juntas las que más adelante serian la parroquia del Carmen en donde se inicia toda la obra.
No solo la parroquia de estilo ruso, única en América latina fue su objetivo, sino que también en la mente del padre Antonio Aime se gestaba la idea de promocionar un lugar educativo tal y como lo enseña el carisma de la comunidad enseñado por San Juan Bosco.
En 1905 se funda el colegio Salesiano “San José” y se encomienda en la tarea de construir el edificio que actualmente se divisa compuesto de tres plantas, una inferior llamada los sótanos donde durante años acogió los talleres de práctica y producción del colegio, el piso de salones donde se recibían las clases y seguidamente una tercera planta donde habitaron los sacerdotes de turno y algunos salones de reuniones propios de la parroquia.
El Colegio salesiano funcionó como escuela de Artes y oficios para los habitantes de Ibagué y el Tolima especialmente para aquellos de pocos recursos que no podían acceder a la educación con suma facilidad.
A su vez, el colegio ofreció años más tarde programas técnicos y generación de empleo para sus exalumnos, tarea que ejerció solo hasta 1959 cuando por motivos de falta de recursos económicos fue trasladada la completísima dotación de sus talleres a otro departamento. Es de anotar que durante sus labores concedió diploma dicha institución a 4950 alumnos, asi lo cita el boletín diocesano “Ibagué y su IV obispo” en 1964.
Raúl Ortiz Toro, sacerdote de la diócesis de Pereira e historiador eclesiástico cuenta que “la comunidad salesiana fue y ha sido un apoyo muy grande en el desarrollo social y educativo de la ciudad, en dicha comunidad se gestaron los primeros talleres de impresión para el municipio y parte del departamento llamados “editorial salesiana”, por su parte, los equipos adquiridos por su directivos para la formación de técnicos y personal en artes y oficios eran de última calidad para la época, consiguiendo ser los mejores que tenía dicha institución en Ibagué”.
Además, añade que “solo cuarenta años después del cierre del Colegio en 1999 bajo convenio con la Universidad de Ibagué el colegio San José reabrió sus puertas ya con fines mucho mas avanzados en temas de educación y accesibilidad para bachilleres y la adquisición de títulos técnicos y tecnólogos”.
En 1999, a la preparación del Jubileo de la diócesis la comunidad salesiana designa como párroco al reverendo padre Victorino Correa Acevedo, quien a su vez ejercía como ecónomo provincial y quien sería el gestor de firmar un contrato de acuerdo con la Universidad de Ibagué o Coruniversitaria y la Red de Solidaridad.
Con el apoyo de la comunidad salesiana y el provecho de las amplias instalaciones del Colegio San José, sumado a las instalaciones de la escuela Agronómica san Jorge fundada por la misma comunidad religiosa en 1917, regentada por el padre Ricardo Aguilera en el sitio que hoy ocupa el Colegio Amina Melendro de Pulecio, se fortaleció la educación en el Tolima y por tanto muchas familias se vieron beneficiadas de apoyo educativo y laboral según relata Monseñor Alejandro Giraldo Lizarralde (qepd), vicario general emérito de la arquidiócesis de Ibagué en una entrevista realizada en 2018.
Cabe aclarar que la tarea de la promoción educativa al cierre del Colegio San José fue asumida por el Instituto Ibagué, fundado en 1963 por el padre Pedro María Idrobo Basto con el fin de proveer de educación bachiller y técnica a los habitantes de Ibagué siguiendo la misma línea de la comunidad salesiana. El Instituto Ibagué fue el pionero de la educación nocturna en el Tolima y a su vez trabajaba con 150 docentes ad honorem otorgando títulos a mas 2.000 bachilleres y 1.000 con educación de magisterio superior.
El edificio del antiguo colegio “San José” fue declarado como uno de los Bienes de Interés Cultural de Ibagué bajo la Ley 1185 de 2008 gracias a la pulcritud de su estructura y suma dedicación de sus arquitectos ya que se compone de múltiples técnicas artísticas y arquitectónicas.
Resalta en su interior los detalles de sus toques de arte republicano, su estructura simétricamente elaborada, las barandas que bordean los pasillos como una imágen de los modelos protomodernos, además de balaustres del modernismo francés, ornamentación metálica derivada del arte Nouveau, celosías de concreto con reminiscencias de diseño persa y baldosas con motivos florales bizantinos.
Cita un estudio histórico realizado por la Alcaldía de Ibagué: “La diferenciación de la arquitectura al comparar las tres obras salesianas, la Iglesia del Carmen, los claustros de San José y El San Jorge se denota en los tres usos: El Carmen, atractivo, visible desde diversos puntos de la ciudad, cuyo objetivo fue simbolizar la difusión de la palabra sagrada y con ella la ideología salesiana. El San José de continuidad y complementariedad con la Iglesia, para preservar los principios de la Orden y el método educativo técnico. Y el tercero, el San Jorge, sobrio y delicado para demostrar la profundidad de conocimiento, la experiencia y la experimentación en labores específicas, en este caso las agronómicas, de diseño y constructivas”
Con ahínco la Diócesis emprendió la promoción y creación de nuevas instituciones de educación básica primaria, secundaria y media orientadas a la formación integral en valores cristianos; de esta forma fueron surgiendo con éxito algunos de ellos como:
El Colegio de la Presentación de María en 1905, fundado por la reverenda madre Presentación, religiosa de la comunidad Dominicas De La Presentación como internado para señoritas en el sitio que hoy ocupa el Circulo Social de Ibagué a la altura de la calle 11 con carrera cuarta, sin embargo, con los cambios urbanísticos de la ciudad y por el crecimiento de alumnado el colegio fue trasladado en 1948 a la calle novena donde hoy se ubica.
El Centro Comercial Presentación en 1914 dirigido por la Hermanas Dominicas de la Presentación el cual buscaba ser orfelinato y escuela de artes y oficios para los ibaguereños. En 1933 nace la obra mas significativa de monseñor Pedro María Rodríguez Andrade, segundo obispo de Ibagué al fundar el Colegio Tolimense, institución que aun pertenece a la administración arquidiocesana y que cuenta actualmente con 84 años de trayectoria, dicho colegio inicialmente fungió como internado para varones, pero en 1999 la conciliatura decidió declararlo mixto.
Los Hermanos Maristas, fundados por San Marcelino Champagnat a la cabeza del Hermano Cristino fundan en 1936 el Colegio San Luis Gonzaga, conocido actualmente como Colegio Champagnat; el punto inicial de fundación y donde permaneció hasta finales de los años noventa fue la calle 11 con carrera quinta, local que hoy ocupa la Corporación Unificada Nacional CUN.
Al tiempo nace consigo el Colegio San Antonio María Claret en 1937, fundado por el padre Gregorio Azcarza proveniente de España y miembro de la comunidad de los padres Claretianos, este establecimiento educativo se convirtió en el emblema del norte del Tolima por su calidad educativa y su trayectoria. Actualmente el Colegio funciona bajo la administración de la Diócesis del Líbano – Honda y bajo la dirección de una comunidad religiosa. El padre Mario Urrea, franciscano funda en 1942 el Colegio Franciscano Jiménez de Cisneros, actualmente ubicado en la avenida Pedro Tafur de Ibagué.
En 1945 llegan a Ibagué las hermanas Salesianas fundadas por Santa María Mazarello a fundar bajo la dirección de la hermana Clema Tovar González el Colegio “Santa Teresa de Jesús” famoso hoy con el nombre de “Colegio Oficial Santa Teresa” el cual, aunque perteneciente a la administración municipal, permanece bajo la rectoría de las hermanas Dominicas de Nazaret.
Una de las instituciones que durante décadas marcaron historia en Ibagué fue la Escuela Hogar del Buen Pastor, ubicada en el barrio las Brisas de la capital del Tolima. Fue fundada por sor María De La Soledad, monja de las comunidades Hijas de la Caridad del Buen Pastor, dicha institución prestó los servicios de escuela primaria y capacitación familiar, además de servir como orfanato y años mas tarde como casa de atención para adultos mayores.
La Escuela Normal María Inmaculada ubicada en la calle 17 con carrera sexta de la ciudad se creó en 1958 gracias a la iniciativa de las Hermanas de los Sagrados Corazones particularmente por Sor María Gonzaga, tuvo como ideal servir de internado femenino, actualmente funciona como colegio externo dirigido por la misma comunidad. De la misma manera y por la misma religiosa en 1962 se crea el Bienestar Social de la Policía el cual buscaba ser escuela primaria para agentes de policía y sus hijos y seguidamente como taller de capacitación para señoras de bajos recursos.
Por su parte, la comunidad de las Hermanas Vicentinas fundadas por Santa Luisa de Marillac dieron su cuota a la educación del Tolima, creando en 1958 la Normal San Vicente bajo la dirección de la hermana María Arcila. En 1962 nace el Colegio San Antonio María Claret de Ibagué fundado por el Presbítero Jeremías Vargas Oviedo en el Barrio Claret, el cual prestaba los servicios de cuatro años de bachillerato.
Como obras infantiles y juveniles nacen el “Ateneo Pablo VI” en 1964 y el jardín infantil “Juan XXIII” en el mismo año, fundados respectivamente por el Obispo Rubén Isaza Restrepo y el Presbítero Alfonso Gaitán Orjuela. Ambos colegios cerraron labores con el pasar de los años por falta de recursos económicos e intereses personales.
Finalmente, fueron muchas las obras realizadas por la Iglesia Católica en Ibagué y el Tolima. Estuvieron también bajo la dirección del presbiterio y de comunidades religiosas El Centro de Cultura Religiosa Pio XII, las Escuelas de la Cruzada Social, los centros de capacitación de Caritas y las Escuelas de Acción Católica.
En Ambalema la Escuela Social Campesina, el Instituto Egidio Ponce, el Jardín infantil parroquial y la Académica Politécnica; en Armero el Colegio San Pio X, el Colegio Armero y el Colegio Sagrada Familia; en Cajamarca el Preseminario Santo Domingo Savio, el Colegio Ntra. Sra. Del Rosario y el Orfanato del Sagrado Corazón de Jesús.
Así mismo, en Casabianca el Colegio Parroquial, en el Freno el Colegio María Auxiliadora, en Herveo el Liceo San Pablo y el Colegio María Auxiliadora; en Honda el Liceo del Rosario fundado por el padre Alejandro Giraldo, la Escuela de alfabetización y el Colegio de la Presentación; en el Líbano el Colegio Inmaculado Corazón de María, en Mariquita la Normal Santa Ana fundada por el padre Gilberto Salive, en Roncesvalles el Instituto San Juan Bosco, en Venadillo el Colegio Francisco Hurtado y el Jardín Ntra. Sra. de Fátima y finalmente en Villahermosa el Colegio Parroquial y la Normal de Señoritas.
En conclusión, la iglesia católica ha sido una institución promotora de educación y desarrollo en el departamento del Tolima, particularmente en la creación de establecimiento educativos y los aportes a la formación de niños y jóvenes en las diferentes edades.
SE CUMPLEN 36 AÑOS DE LA VISITA APOSTÓLICA DE JUAN PABLO II AL TOLIMA
Por: Miguel Castro Sarmiento
Archivo particular Jorge E. Vargas Cuellar - 1986
Del 1 al 7 de julio de 1986 Colombia fue testigo de la visita apostólica de S. S. Juan Pablo II al país, denominada siete días blancos porque todo fue transparente y luminoso a su paso. Sin embargo, Colombia vivía días oscuros
Al cabo de diez y ocho años de la visita pontificia de Pablo VI a Colombia, Juan Pablo II recorrió las once poblaciones del país elegidas para el itinerario apostólico. En ese primero de julio de 1986 aún no habían desaparecido las huellas de dos tragedias vividas a finales del año anterior: la avalancha que había sepultado a Armero y a más de 20.000 de sus habitantes y la toma guerrillera del Palacio de Justicia en el centro de Bogotá, a escasos 200 metros del Palacio Presidencial.
Luego de visitar la capital del país y hacer ecos con el presidente Belisario Betancourt y trasegar Chiquinquirá, Cali, Popayán, Tumaco, Medellín y Bucaramanga, su presencia se vio a lo lejos en el municipio de Armero Tolima. Aquellas tierras que el pasado 13 de noviembre de 1985 habían sido borradas del mapa por la erupción del volcán Nevado del Ruiz.
Según fuentes como el periódico El Tiempo, la visita papal a las ruinas de Armero fue un bálsamo para los miles de víctimas y para el país. Cuando en el palacio presidencial se programaba la gira papal, se había descartado esa visita por el temor de que la actividad del volcán del Ruiz pudiera provocar una nueva avalancha.
Fue la intervención del Pbro. Fabián Marulanda López, quien representaba al obispo de Ibagué en esa reunión, la que hizo ver la oportunidad de que el Papa orara por los muertos en el escenario mismo de la tragedia. La propuesta fue acogida de inmediato por el presidente Belisario Betancur y por la junta directiva de la Conferencia Episcopal.
Su llegada al camposanto de Armero se efectuó sobre las 8:00 am de aquel 6 de julio de 1986 acompañado del Señor Cardenal Alfonso López Trujillo, de Monseñor José Joaquín Flórez Hernández, arzobispo de Ibagué y de una comitiva de la Santa Sede, el episcopado colombiano y algunos miembros del clero de Ibagué.
El Papa vestido de blanco descendió del helicóptero de la Fuerza Aérea Colombiana hasta la planicie de lo que había quedado de Armero. Cientos de medios locales y nacionales registraron el hecho como una visita sin precedentes.
Archivo particular Jorge E. Vargas Cuellar - 1986
Archivo particular Jorge E. Vargas Cuellar - 1986
Jorge Enrique Vargas Cuellar, miembro de la Policía Cívica Metropolitana de Ibagué, fue testigo directo de la visita pontifical. Sirvió como uno más para hacer calle de honor al Vicario de Cristo y recuerda con ahincó el emotivo mensaje que dirigió el Romano Pontífice a los tolimenses y colombianos desde el sitio de la tragedia y luego en Lérida con un sentido de solidaridad, voz de aliento y esperanza que caló en el corazón de los sobrevivientes y el pueblo católico tolimense.
Resalta la manera en como el Papa compartió el dolor de las victimas y su gesto memorable de declarar a Armero como campo Santo. “Ser testigo de aquella visita, la registro como una bendición … Una experiencia inolvidable” destaca Vargas.
El corazón de pastor del papa lo hizo postrarse ante la gran Cruz levantada en el sitio del desastre, y allí, sin objetar criticas lloró por las victimas luego de pronunciar una solemne oración fúnebre que recordaba las lamentables perdidas humanas.
Para Javier Darío Restrepo, director de la revista Vida Nueva, en esa visita a Armero, Juan Pablo II desafió el miedo y el dolor de las víctimas para hablar de resurrección y esperanza.
Los que relataron en los medios de comunicación esa singular visita destacaron el escenario: detrás de la gran cruz, una extensa llanura desértica era lo que había dejado la avalancha de la próspera y dinámica capital del algodón; el pontífice de pie, con su sotana y sus cabellos agitados por el viento tibio que venía de la cordillera, estaba rodeado de una muchedumbre que recibía, ávida, su invitación a la esperanza.
Archivo particular Miguel Castro Sarmiento – 1986
Archivo particular Pbro. José Luis Rivera - 1986
“Por la misericordia de Dios, aquel deseo se ha cumplido y me encuentro hoy aquí entre vosotros como Padre y Pastor que peregrina al mundo del sufrimiento. Aquí estoy junto con la Iglesia en Colombia y unido a toda la nación solidaria. Tras haber orado por las víctimas de la tragedia de Armero, he venido hasta Lérida para recordar y meditar con vosotros, damnificados y familiares de los que perdieron la vida, sobre el sentido cristiano y salvífico del dolor, que acompaña siempre al hombre, como la cruz acompañó Cristo y fue el fundamento de su glorificación.”, dijo el Papa.
Una vez terminado su paso por las ruinas, la población de Lérida lo recibió con gozo y sobre un gran campo dispuesto para su llegada, lugar donde hoy se levanta la sede de la Universidad Minuto de Dios, el Papa presidió a los asistentes y desde allí bendijo al pueblo del Tolima.
Su paso por el país culminó en la costa colombiana con su visita a Cartagena y Barranquilla, despidiéndose de Colombia el 7 de julio de 1986 desde el aeropuerto Ernesto Cortissoz rumbo a la ciudad eterna.